¿Alguna vez te has preguntado cómo ha cambiado tu entendimiento sobre el amor después de ciertas relaciones? En este texto te comparto mi proceso personal de reescribirme en el amor, pasando de vivirlo desde las ideas del amor romántico a vivirlo ahora desde la lejanía de aquellas y, expandiendo mi entendimiento sobre lo qué es el amor y cómo experimentarlo de maneras diversas.
Este texto fue mi trabajo final del Diplomado en Prácticas Narrativas, espero que lo disfrutes.

Mi travesía hacia una nueva isla de amor
Durante al menos 25 años de mi vida habité una isla comúnmente llamada amor romántico, una isla con pocos colores, muy homogénea… que me prometía grandes cosas al vivir en pareja. En ella, aprendí que había llegado a este mundo estando incompleta y que debía encontrar a mi alma gemela para que mi vida por fin estuviera llena de gozo y de plenitud.
En esta isla, también aprendí que, para obtener la gran recompensa de ser amada tendría que pasar por un proceso doloroso, pues, entre más sufriera, más grande sería mi premio. Todas estas promesas me empujaron a querer encontrar al “amor de mi vida” desde mis escasos 16 años, pues, entre más pronto lo encontrara, mejor, ¿no?.
Un día, caminando por esta isla, encontré a un supuesto gran candidato de príncipe azul y, me dejé llevar por la fantasía amorosa, pensando que todo se daría mágicamente como me lo habían enseñado en las películas, los cuentos y las series. Fue así, como durante casi una década me mantuve en una relación que solo fue linda al inicio, el resto, no se sintió nada bien, pero me mantuve ahí, por la creencia de que mi sufrimiento tendría recompensa y que el gran poder “mágico” del amor transformaría la relación.
Sin embargo, ese vínculo era muy difícil de sostener, era realmente agotador seguir dando pasos, pero no sabía exactamente por qué.
El amor romántico cubrió mi vista hacia mis grandes sueños, me hipnotizó para que toda mi atención, mis esperanzas, ilusiones, planes y metas giraran en torno a la persona que yo amaba. Fue un amor que agotaba y lastimaba, se sentía como cuando usas un par de zapatos que, aunque te encantan, hacen de tu caminar una tortura y, al final del día, terminas con los pies destrozados e incluso hasta sangrando.
Ese amor, también hizo que cambiara la forma de pensar sobre mí misma, me hacía creer que era defectuosa, que me faltaba taaaanto para poder ser suficiente y valiosa para la otra persona, constantemente me decía: “debes ser más delgada” “…más coqueta” “…más sexy», «…más cariñosa”, «…atenta», «extrovertida”, «…complaciente”, “….divertida” y un sinfín de requisitos. Todo eso y más, hizo que creyera que estaba llena de defectos y que era muy difícil ser amada y cuidada.
De igual forma, ese amor afectó mis demás redes afectivas, pues estas se iban debilitando por la falta de atención, cuidados, tiempo y ganas. En mi intento por querer ser amada un poquito más por la otra persona, me aislé y avanzaba solita en ese duro camino del amor romántico.
Después de tantos años, acepté para mí misma que esta forma de amar estaba acabando conmigo. Afortunadamente, esa relación llegó a su fin y, fue justo en ese final, que pude levantar la mirada y ver desde esta orilla de la isla que a lo lejos, había otra isla a la que jamás en mi vida le había prestado atención.
El deseo de conocer algo diferente y de conocerme a mí desde un lugar completamente distinto, fueron mi motivación para decir adiós a esto que sentía que me había encarcelado. Además, una voz de esperanza constantemente me susurraba al oído diciéndome que el amor podía vivirse de maneras diferentes. Fue muy importante tomar esta decisión porque, aunque esta forma de amar era muy común y familiar por todo lo que veía a mi alrededor, para mí no funcionaba, en mi cuerpo se sentía incómodo y desagradable. Yo quería saber si en esta nueva isla, el amor se podía sentir suave, ligero, cómodo.
Para emprender esta aventura, tomé una barca construida de curiosidad, libertad y esperanza, con plena convicción de que sería un viaje sin retorno.

Durante mi viaje, mi hermano subió a mi barca, ya que, en su deseo de cuidarme y acompañarme, también estaba en él la curiosidad de conocer otras formas de amar.
Sé que hay otras mujeres en un viaje muy similar, sin embargo, en mi barca fui la única mujer, y eso, a veces me hacía sentir sola, pues, en la isla que dejé, se quedaron mujeres que son valiosas para mí y, aunque eso me entristecía, sabía que si algún día querían, decidían y podían salir, me encantaría ser un faro durante su propio viaje.
Mientras continuaba mi camino, me topé con enormes tiburones de incertidumbre y miedo por el hecho de salir de lo conocido y de ser diferente, ¿qué tal si no encontraba una mejor manera de amar para mí? ¿qué tal si no había nada y debía regresar?. Sin embargo, la esperanza y la confianza me abrazaron, me dijeron que todo estaría bien, y así, juntas, logramos esquivar a aquellos temibles tiburones.
Conforme me alejaba de la isla del amor romántico, mayor era mi libertad, y esta sensación era sumamente agradable, lo cual, fue una señal para mí de que iba por buen camino, así que, continué sin mirar atrás.
Fue increíble continuar porque desde aquí pude contemplar los atardeceres más hermosos, con esta vista podía darme cuenta de lo mucho que valoraba el cuestionar y reflexionar. Aquí pude probar el delicioso sabor de la libertad y, mientras estaba saboreando esta sensación me di cuenta que estaba a unos cuantos metros de llegar a tierra ¡por fin había llegado a un nuevo lugar!
El entusiasmo, la felicidad y esperanza recorrían mi cuerpo cuando estaba a punto de bajar de la barca, este lugar se podía ver muy diverso y colorido, lo cual, me hacía sentir que había llegado a un buen lugar.
Al pisar tierra, me dieron la bienvenida mi querido Giovanni que, en algún momento me invitó a realizar cuestionamientos acerca del amor, como regalo me dio unas joyas de libros escritos por Coral Herrera, esto era como un abrazo que me decía “qué bueno que estás aquí”. Sabía que estos recursos me acompañarían durante mi exploración de esta nueva isla llamada “de amores compañeros” o de “amor colaborativo”.
Hoy, estoy en otra tierra, sigo explorando, y por ahora, todo mi ser se siente bien. Cuando llegué aquí descubrí que el amor no solo se vive en pareja, sino que el amor está en muchas otras partes: en el amor entre amigas y amigos, el amor entre la familia, el amor hacia nuestros hobbies, el amor hacia nuestros sueños y metas, el amor a la naturaleza, el amor hacia los animales, el amor que une a las personas que defienden una causa en pro de la justicia social…¡en muchos lugares!

Un hecho revelador fue que, al estar aquí por fin pude reconocer y darle nombre a eso que tanto me había dolido y pesado en la otra isla, lo cual fue la violencia. Ella estuvo presente en esa relación de una manera sigilosa, enmascarada de bromas y diversión; pero aquí, por fin pude desenmascararla y descubrir sus tácticas “sigilosas”, lo cual, hoy me ha dado la capacidad de reconocerla mucho más fácilmente y así, evitar caer en sus garras nuevamente.
También, en este nuevo territorio he podido comprender que el amor de pareja no es el centro de mi existencia y que, de hecho, solo es una opción, no una necesidad ni obligación para disfrutar plenamente de mi vida. He descubierto que siempre he estado completa, que hay mucho amor a mi alrededor y que tengo conmigo mucho amor para compartir. Asimismo, ha sido el lugar donde he podido abrazar con tanta ternura a la soltería.
Honro la curiosidad, el cuestionamiento, la reflexión y la libertad, porque gracias a ellos he llegado a nuevos lugares, a nuevos saberes y nuevos entendimientos que me brindan la posibilidad de saborear la vida de formas muy diversas.
Estos valores me acompañan para crear un proyecto de vida lleno de solidaridad, compañerismo, colaboración, empatía, cuidado y ternura, expresados en los distintos ámbitos de mi vida, para tenerlos de mí para mí y para compartirlos con tantos seres en este mundo como yo desee.
Qué delicia darme cuenta que la vida sabe increíble estando en un nuevo lugar que, a pesar de no saber si me quedaré aquí por mucho tiempo, tengo plena confianza de que cuento con los recursos para salir a explorar otras tierras, otros mundos, otras posibilidades. ✨
Si llegaste hasta aquí, muchas gracias por leerme.
¿Algo resonó contigo? Si fue así, me encantará saberlo en los comentarios.
Y si tú también deseas iniciar un viaje de transformación en cuanto al amor y las relaciones, con mucho gusto te puedo acompañar en tu proceso a través de sesiones individuales.
¡Un gran abrazo!

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