En este post quiero compartirte cómo inició una vida deliciosa, quién soy en este momento, un poco de mi historia y los sentipensares que me acompañan en este proyecto.

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Primero, podría decir que vengo de la curiosidad, del gusto por acompañar a otras personas y del deseo de contribuir a la justicia en salud desde una mirada amorosa y rebelde.
Traigo conmigo ternura, empatía, cariño y muchos cuestionamientos hacia los sistemas y paradigmas que nos limitan de poder gozar de una vida digna.
Atesoro saberes que me han compartido grandes maestras y maestros, la educación pública, la psicología, los feminismos y la terapia narrativa.
Sueño con un mundo donde los seres que habitamos en él, podamos tener los recursos y condiciones necesarias para tener una vida digna, y así, juntas, poder hacer de este mundo un lugar mejor.
Mi versión profesional
En el terreno de lo profesional, soy psicóloga, orgullosamente egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México, pero también soy licenciada en nutrición humana por la Universidad Autónoma Metropolitana, aunque, si me preguntas cuál es mi identidad profesional favorita, te diré que el de psicóloga, y llegar hasta aquí implicó toda una aventura 🚀.
Partí del territorio de la nutrición, sin embargo, nunca sentí pertenencia y había una constante inconformidad hacia la forma en que me enseñaron a abordar la salud, más tarde logré comprender y nombrar que lo que no me gustaba era el enfoque pesocentrista y gordofóbico de la nutrición tradicional.
Hoy puedo reconocer que esa inconformidad fue en gran parte porque la manera en que me enseñaron a mirar la salud, de manera paradójica, me comenzó a enfermar, pues, durante esa formación profesional mi imagen corporal se distorsionó de una manera impresionante, cada vez me avergonzaba más de mi cuerpo, (en ese tiempo, en realidad, no estaba gorda, creía estarlo porque me faltaban unos cuantos kilos para estar en mi “peso ideal” el cual me lo marcaba unas formulitas y tablitas de “referencia”), y fue así, como a raíz de estas ideas erróneas sobre lo que es salud (y la belleza), surgieron en mí conductas alimentarias de riesgo, que más tarde, me arrojarían a las garras de un trastorno de conducta alimentaria.
La inconformidad y el sufrimiento iban aumentando conforme yo avanzaba en mi formación como nutrióloga. Eso, más otros problemas que estaba atravesando en lo personal durante esa época, me llevaron a un estado de profunda tristeza, a una gran sensación de soledad y la vida me era cada vez más insípida (justo, como cuando haces una dieta restrictiva).
A pesar de todo el dolor que yo cargaba, todo mi ser deseaba otro camino, otro horizonte, uno, donde pudiera sanar y saborear la vida, por lo que, mi rayo de esperanza fue la psicología. En mi deseo de sanar, comencé a investigar sobre conducta alimentaria, lo cual me acercó a la psicología de la alimentación, y ahí, se sembró la semillita de curiosidad y esperanza de que la salud se podía abordar desde otro lado y de que mi vida podría mejorar.
Como sea, concluí la licenciatura, me titulé y si de algo estaba muy segura, era que no quería ejercer tal y como me había formado en la universidad, así que, decidí tomar otro camino y eso me llevó a la gran oportunidad de trabajar en un espacio donde se abordaba el acto del comer desde la psicología de la alimentación.
Ahí, comprendí muchas cosas sobre mi propio proceso y también comencé a nutrir mi camino profesional, aparte de esto, mi amor por la psicología (en general) iba siendo cada vez más grande. Al mismo tiempo, se atravesó un evento significativo en mi vida, una ruptura amorosa que, de manera casi mágica, hizo que comenzara a sanar varios aspectos, entre ellos, sanar el trastorno de la conducta alimentaria (pero eso ya se los contaré con mayor detalle en otro post).
Después de estos eventos, tomé la decisión de moverme a otro lugar, lo cual implicó tomar la difícil decisión de iniciar una nueva licenciatura, y digo que fue difícil porque tenía muy adentro de mí el discurso dominante sobre el cómo “debe” ser una carrera profesional, me decía constantemente que debía ejercer sí o sí en eso que había estudiado primero, era una voz que me decía ¿entonces para qué le dedicaste tanto tiempo y esfuerzo?. Sin embargo, la rebeldía, valentía, curiosidad y compasión, se unieron a mí, y así, decidí hacer el examen de admisión para la licenciatura en psicología.
Ya dentro del territorio de la psicología, además del plan de estudios de la licenciatura, fui abrazando nuevos conocimientos y perspectivas, ahí re-conecté con mi amor por lo temas sociales y políticos (que había descubierto en preparatoria que los tenía), me adentré en los feminismos, en temas de liberación corporal, la salud no centrada en el peso, la inclusión y justicia en salud.
Casi al final de mi formación, uno de mis profesores más queridos, me invitó a cuestionar las prácticas tradicionales e incluso opresivas que existen en la psicología y también me acercó a las prácticas narrativas o mejor conocidas como terapia narrativa, con las cuales estoy encantada y me hacen sentir como en casa 🏠.
Entonces, al poder conocerme a través de mi relación con la comida y con mi cuerpo, al cuestionar y rebelarme ante ciertos mandatos sociales y profesionales, al comenzar mi proceso de deconstrucción, al decidir tomar otros caminos para conectar con lo que me apasiona y con lo que me es valorado, tal como la justicia social, la empatía, la compasión, la ternura y el buentrato, ha hecho que mi vida me sepa deliciosa y deseo acompañar a otras personas para que, dentro de sus posibilidades, puedan gozar de esta sensación. Como cuando disfrutas de ese delicioso platillo que tanto te gusta, así me gustaría que la gente pudiera experimentar su vida, una vida deliciosa a su propia forma, una vida deliciosa desde sus propios recursos, valores y habilidades para honrar sus sueños y sus esperanzas.
Fue así como una de mis metáforas favoritas y significativas tiene que ver con la comida.
Ahora, en mi versión más personal
Actualmente, me defino como una mujer multiapasionada, porque me enciende el alma diversas temáticas, incluso diría que, si me es posible, quisiera estudiar una o dos licenciaturas más, pero de no ser así, tengo en mente otras formas de nutrir mi hambre por el conocimiento.
Amo preparar postres desde que tenía unos 6-7 años y me encantaría ser repostera.
Una de mis actividades terapéuticas favoritas es escribir, siempre tengo cerca de mí una libreta y bolígrafos de colores para escribir-me en momentos significativos.
Me considero tímida e introvertida. Quizás por eso, prefiero lugares poco concurridos y con ambientes más en calma. Aunque claro, puedo hacer excepciones, como cuando voy a conciertos de mis artistas favoritos.
Mis géneros musicales preferidos son el pop, en especial, el k-pop, últimamente, el jazz y la música lofi (esta musiquita con vibras nostálgicas y acogedoras).
En mi tiempo libre disfruto ver series y películas de los universos de Marvel, Star Wars, Harry Potter y, hace poco comencé a disfrutar de los K-dramas.
Amo la magia y la fantasía, suelo soñar despierta todo el tiempo.
Y si pasas por mi página web o redes sociales, te podrás dar cuenta que me encantan los colores pastel, en especial el lila 💜.
Te agradezco mucho por llegar hasta este punto. Y ya para despedirme, solo quiero recordarte que en mis acompañamientos, podemos conversar de diversos temas, esos ingredientes que forman parte del platillo que es nuestra vida, tales como la construcción del proyecto de vida y la salud y el bienestar desde una perspectiva integral y en justicia social.
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